El Cajón del Maipo forma parte de los Andes Centrales, y es la cuna de un marcado tapiz vegetal continuo y estacional, donde se desarrollan variados arbustos e incluso árboles locales como el arrayán, el ciprés de la cordillera o el maitén. Pero al llegar la primavera, cuando la blanca cubierta de nieve comienza su retirada, aparece una carpeta multicolor cargada de vida y esplendor. Son las flores silvestres de la cordillera, que con sus formas y colores adornarán nuestras cumbres por varios meses, y que cada año reaparecen para perpetuar su especie, llevando internamente un mensaje sorprendente de belleza y de color.

Cada mañana, la luz tibia venida desde el espacio se vaciará sobre la roca mineral y calentará los suelos de las alturas permitiendo que de esta manera la vida continúe, que las plantas y su noble clorofila enriquezcan el aire frágil de las cimas con el oxígeno vital. Es el ciclo eterno de la vida en las montañas, donde los relojes naturales jamás equivocan su accionar. En el sitio exacto, en el momento justo, la vida vegetal reaparece con orgullo y maestría año tras año, manteniendo el equilibrio tan importante y necesario para la totalidad de la vida silvestre de nuestra tierra.

Esta es tan solo una pequeña muestra de la hermosa variedad de las flores de montaña, y a la vez un modesto homenaje a la perfecta armonía que muestra la Naturaleza cada día para deleite y placer de los que tenemos la posibilidad de no solamente mirar, sino también ver el paisaje circundante en medio de nuestros majestuosos Andes.

 

 

-Gastón Oyarzún,
Guía-instructor de Montaña, Fotógrafo.
Docente Universidad San Sebastián.

-Matías Cáceres,
Ingeniero forestal, Montañista.
Noviembre 2013.