Revista Dedal de Oro N° 70
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 70 - Año XIII, Primavera 2014

ANIVERSARIO N° 222 DE LA COMUNA.

LA FRATERNIDAD NOS HACE HUMANOS
Reflexiones tras el brillante concierto de piano del maestro
Roberto Bravo González, en la Parroquia de San José de Maipo.
Roberto Bravo González, en la Parroquia de San José de Maipo.
FOTO : ANDRÉS ZAVALA

Reflexionando acerca de cómo se logra "lo humano", nos decíamos: se trata de una condición que se aprende con el amor, emoción que a su vez se expresa con la práctica de la fraternidad en la convivencia social; con la fraternidad que dista mucho de ser "llamada a los buenos sentimientos", ya que no atiende solo a un sentimiento de afecto electivo, hecho de afinidades y simpatías coincidentes, sino que es la relación bilateral y sincera con otra persona, regido por la identidad del género humano y el respeto por las diferencias de experiencia, cultura y edad; es el principio de compatibilidad de las personas, de generosidad, altruismo para con todos. La fraternidad es el nexo, es el puente que comunica la libertad y la igualdad, la virtud que las humaniza y las armoniza.

Recordamos también que el reconocimiento de lo humano por los humanos es un imperativo en la vía del perfeccionamiento personal de cada individuo. El humano necesita ser reconocido en su cualidad irrepetible por los demás para aspirar a confirmarse a sí mismo sin angustias y desequilibrios. Pero ese reconocimiento implica siempre una valoración, una apreciación en más o en menos, un modelo de excelencia que sirve de medida para calibrar lo reconocido. El bien aprender nace entonces de la fraternidad consustancial con el ser del hombre es el sentirse y saberse parte de un grupo de creencias, tradiciones, emociones, sentimientos, esperanzas comunes.

El anacoreta solitario es una ficción. Cada hombre, por el contrario, es sed de totalidad y hambre de fraternidad. Está prácticamente suspendido entre la soledad y la fraternidad. Cada acto humano es en buenas cuentas una tentativa para romper la orfandad original y restaurar, así sea precariamente, la unión con el mundo y con los otros.

Así, "lo humano" así se convierte en un deber moral; nacemos humanos pero eso simplemente no basta, tenemos también que llegar a serlo; "llegar a ser el que eres", nos dijo el gran poeta griego Píndaro, y esto solo se consigue con la maravillosa experiencia "de ser con los otros".

El proceso mismo a través del cual adquirimos el carácter de "lo humano" es la educabilidad, el proceso educativo que enseña a "compartir". Ser humano así consiste en la "vocación de compartir" lo que sabemos entre todos, "enseñando" a los recién llegados al grupo cuanto deban conocer para hacerse fraternalmente válidos.

Lo propio del hombre no es tanto el mero aprender, sino el aprender de otros hombres, ser enseñado en la interacción social con ellos. Nuestro verdadero maestro es la vinculación intersubjetiva con otras conciencias. La lección esencial es la de ver la vida y las cosas con ojos humanos y conocer mirando las acciones del otro, conociendo sus emociones como fundamento que constituyen sus acciones. Son sociales las relaciones que se fundan en la aceptación del "otro" como un legítimo otro en la convivencia. Tal aceptación es lo que constituye una conducta fraterna. Adherimos a la idea de que los seres humanos nos originamos no del pensamiento racional sino del afecto desde y para nuestros semejantes, nos originamos en los lazos fraternos y somos dependientes de ellos. Los seres humanos somos hijos de la fraternidad.

El 11 de julio del presente año, en la Casa Parroquial de San José de Maipo, asistimos a un brillante recital de piano del Maestro Roberto Bravo González, organizado por el Club de Leones "Comuna San José de Maipo" y la Ilustre Municipalidad de San José de Maipo, en el contexto de la celebración del aniversario N° 222 de la comuna. Centenares de personas acudieron a él y compartieron intensamente los mensajes de alta emocionalidad y humanidad que fue entregando el notable artista.

El efecto fue sencillamente maravilloso, el entrelazamiento de lo emocional con lo racional creó un gigantesco espíritu fraternal que terminó envolviendo a todos, haciendo sentir a cada uno la realidad de "lo humano". Al término del acto quedó en evidencia en los rostros, en las sonrisas, en los gestos y en palabras de la concurrencia, que se habían establecido simpatías y se habían gozado afinidades. Unos a otros se obsequiaron serenidad. Se vivió realmente una fraternidad como invitación permanente a aceptar y ser aceptado.

La ejecución de la música por el Maestro logró este resultado. Hacemos votos porque en lo sucesivo las manifestaciones artísticas de calidad posibiliten educativamente en la Comunidad el reclamo internamente de una posible perfección de la fraternidad al abrigo de todo atentado, para que la defendamos contra recelos, envidias y temores, y seamos capaces de "estar de acuerdo en no estar de acuerdo", para lograr un trato inteligente que no admita ambición, intolerancia o mezquindad. Fraternidad es modestia digna, es imaginación y es generosidad. Para que siempre tengamos presente que la fraternidad, que no es sino una manifestación del amor, no puede exigirse, sino darse, entregarse.

Con actos como el nombrado, es tiempo de regresar a la Fraternidad, sabiendo que ella exige un cultivo cotidiano. "Lo humano" solo se conserva porque se cultiva.

Prof. Dr. Roberto Von Bennewitz Gotschlich.

 
 
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