VISTA EXTERIOR DE LA CAPILLA DE TILTIL
(IMAGEN DEL LIBRO EN REFERENCIA). |
PIEZA N° 4
NOTA DE L COMITÉ AL INTENDENTE
en la cual se le dá cuenta del hallazgo de los restos
Santiago, 11 de junio de 1894.
Señor Intendente:
Por decreto supremo fecha 8 del presente mes, fuimos autorizados para practicar la exhumacion de los restos del prócer de la independencia nacional don Manuel Rdriguez, i por el mismo decreto se dispuso que el subdelegado de Tiltil, en cuya capilla estaban sepultados, remitiese a V. S. el acta que se levantase con ese motivo. No existiendo en Tiltil autoridad alguna con ese título, acordamos traer el acta, la cual entregarán orijinal a V. S. dos de los firmantes.
Creemos conveniente consignar aquí, para conocimiento del Supremo Gobierno, los antecedentes que orijinaron el hallazgo de los restos de aquel ilustre Padre de la Patria.
Las versiones completamente autorizadas de vecinos prestijiosos de Tiltil, antiguos i modernos, consultados minuciosamente allá i en Santiago, concordaban en un punto, cual era que los restos buscados habian sido sepultados en el presbiterio de la capilla, a donde habian sido llevados por instigacion de don Tomas Valle, amigo de Rodriguez, patriota decidido i autoridad superior de la comarca en la fecha del asesinato (1818). Viven aun, en Santiago doña Ursula Valle viuda de Concha, hija de don Tomas, y en Tiltil doña Maria de la Paz Serei, hija esta de don José Serei, quien fué el que trasladó el cuerpo de Rodriguez, acompañado de Hilario Cortes, del lugar del asesinato en que yacia tapado con unas ramas, al punto indicado de la capilla. La señora Serei vió a Rodriguez cuando lo llevaban a enterrar i la señora Valle supo por su padre el sitio donde fué enterrado. Esta sepultacion se verificó unos seis u ocho dias despues del asesinato, cuando el cadáver había sufrido algún pequeño destrozo ocasionado por perros bravios. Don Tomas Valle murió en 1832 i quiso que fuese sepultado en el presbiterio, al lado de su amigo Rodriguez, i así se hizo.
Hace como cuarenta años, o sea hácia el año 1854 mas o menos, se emprendieron trabajos para arreglar el piso de la capilla. Con este motivo se picó el presbiterio, i el trabajador que esto hizo, Domingo Martinez, encontró hácia el centro el cadáver de una persona vestida con chaqueta que le pareció de azul negro i pantalon del mismo color, pero destruido i casi inconocible. Tenia el cadáver atada la cabeza, a modo de venda, con un pañuelo al parecer de seda azul con listas blancas, también mui destruido.
El cadáver allí enterrado estaba sin cajon. No era el de don Tomas Valle, que estaba hacia el norte, ni el de un padre de no sabernos qué orden relijiosa enterrado hácia el sur; tres únicos que se sabe de fuente completamente autorizada, existen en el presbiterio. Por consiguiente, era el cadáver de Rodriguez, con la cabeza atada, porque en la cabeza recibió el tiro que lo ultimó. Mano caritativa, humanitaria i amiga talvez, le habia vendado la herida.
Domingo Martinez, aquel honrado trabajador, digno de buena recompensa, enterró de nuevo a Rodriguez tapándolo con algunas tablas. El mismo Martinez se presentó a nosotros buscado por el entusiasta caballero don Belisario Jimenez, rico propietario de Tiltil, y él se encargó de desenterrar tan preciosos restos. Fijó el punto, y con su barreta llegó rectamente al objeto buscado, mientras que otra escavacion vecina hacia aparecer el cajón con los restos del señor Valle.
Reunidos todos los que firman el acta, i mucha jente del pueblo, i examinados los restos, dijeron a una voz que esos restos eran los de Rodriguez i a presencia de todos fueron encerrados en la urna llevada al efecto i cedida por el señor John Blake.
Los vecinos de Tiltil secundaron nuestra tarea con fé y entusiasmo, especialmente los miembros de la familia del finado don Tomas Valle; pero el señor cura párroco don Ramon Sancho Montiel i los señores don Belisario i don Gustavo Jimenez, tuvieron particular empeño en descubrir los restos del héroe, i sin sus oportunos i desinteresados auxilios, sin su entusiasmo i teson, talvez no habriamos podido encontrarlos o los habriamos hallado despues de tarea tan larga como dificil. Esos cooperadores de esta patriótica tarea, llevada a feliz témino, merecen nuestros particulares agradecimientos i creemos que tambien los agradecimientos de las autoridades civil i eclesiástica i del pueblo.
Es cuanto deseábamos esponer para su constancia en lo futuro.
Dios gue. a V. S.
J. Abel Rosales |
E. ALLENDE RIOS |
Abelardo Carvajal y F. |