:: La Calchona

Recopilado por Julio Arancibia O.

La leyenda de La Calchona tiene más de una versión. Aquí nos detendremos en una de las más trágicas, que habla de una
pastorcita de cabras que respondía a ese nombre y que vivía en los cerros de Melocotón Alto. Un aciago día la buena pastora fue salvajemente asesinada por unos jinetes que iban a un rodeo en San José de Maipo. Fue uno más de esos actos enajenados que inexplicablemente suelen realizar los seres humanos. Aquellos hombres actuaron en grupo, situación en la cual las personas de sexo masculino suelen envalentonarse peligrosa y miserablemente.

La Calchona

Los hombres abusaron de ella, dejándola moribunda, después la remataron y, por último, utilizando corvos, mutilaron su cuerpo. Finalmente la enterraron debajo de un sauce que había estero adentro y que hoy lleva el nombre de Estero La Calchona.

El alma de la pastora comenzó a aparecerse al que pasase por allí de noche. Herida para la eternidad por aquellos violadores de cuerpos y vidas, esta alma humillada juró venganza, y manifestándose como una brisa helada, acompañada de gritos de ultratumba, inició la acción de derribar de sus caballos a los jinetes que osaban pasar por el lugar. Fueron muchos los inocentes que murieron por el impacto de las caídas, y otros sufrieron diversos males. Dicen que a algunos les chupaba la sangre. Los sobrevivientes contaban que una forma blanquecina que hedía a putrefacción y muerte los botaba del caballo al lograr que éstos se espantaran con sus gritos.

Las apariciones de La Calchona duraron mucho tiempo. Los vecinos del lugar aseguraban escuchar extraños gritos y lastimeros aullidos por las noches, provenientes del puente, y también decían ser testigos de las fuertes ventoleras que solían sacudir los árboles del sector, como queriendo arrancarlos de cuajo, mientras la vegetación aledaña permanecía en calma. Era la furia de un alma humillada manifestándose ante la maldad humana.

Un día, algunos pobladores se pusieron de acuerdo para expulsar a esta vengativa alma, que les causaba tantos padecimientos y temores. Para ello forjaron una gran cruz de hierro y la hicieron bendecir por alguna santidad. Luego la clavaron en el supuesto lugar donde se aparecía La Calchona. Sin embargo, todo lo que lograron con esta acción fue que su espíritu se pusiera aún más vengativo, pues desde entonces aumentaron sus andanzas y los ataques a los jinetes se hicieron aún más temidos.

Pero como todo tiene un fin, incluso también la eternidad, un día unos arqueólogos encontraron los restos de la pastorcita humillada. Se reunió la gente del lugar y después de arduas discusiones se pusieron de acuerdo para sepultar aquellos huesos en el cerro en que la pastora guardaba sus cabras en los tiempos de paz, antes de ser atacada por los machos envalentonados. Así se hizo, y se bendijo el lugar de su tumba. Desde entonces La Calchona nunca más se apareció por esos lugares y la gente pudo dormir con tranquilidad.

Mas, este relato no termina aquí. Hay una historia que cuenta de una dama que se comenzó a vestir con pieles de cabra y a maquillarse con pinturas blancas. Se les aparecía a los hombres que vivían en San Alfonso y sus alrededores cuando volvían a sus casas, borrachos en sus caballos, de noche. Esta falsa Calchona, seguramente guiada por un sentido solidario con aquella su igual que un día había sido ultrajada por algunos machos brutos, asustaba a los jinetes, se las arreglaba para derribarlos del caballo y les robaba lo que llevasen encima. Pero una noche, un hombre que no conocía el miedo salió a encontrarla simulando que estaba borracho. Cuando la mujer se le acercó, este sacó su pistola y le disparó a quemarropa. La mujer quedó sólo herida y fue encarcelada. Después de esto nunca se volvió a saber de algún incidente de falsas calchonas en el sector de Melocotón Alto.

No obstante, hay personas que aún hoy en día aseguran escuchar los aullidos de La Calchona y que piensan que su espíritu todavía no puede despegarse de esta tierra, y que vaga triste por los cerros esperando el día de su verdadera venganza. Pero hay también quienes aseguran que La Calchona ya no volverá, pues su historia aconteció hace tantos años, que sus asesinos ya están muertos, podridos y hechos tierra. Si es así, dicen aquellos, de seguro ha sido en otra dimensión donde la pastora y esos brutos habrán arreglado sus cuentas: allá donde todos iremos un día a parar.