Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 59 - Año X, Verano 2012 |
MÚSICO CAJONINO EN SUIZA |
ABRACÉ UN ÁRBOL DE QUINIENTOS AÑOS Y LE PEDÍ CON MUCHO CARIÑO VOLVER |
EL MÚSICO JUAN ALARCÓN CONVERSA CON CECILIA SANDANA G. |
EN SEPTIEMBRE DE 2009, UNA DELEGACIÓN INTEGRADA POR PERSONAS DE DIFERENTES SECTORES DEL CAJÓN DEL MAIPO ESTUVO VARIOS DÍAS EN SUIZA, EN EL PUEBLO SAINTE CROIX, PARA ASISTIR AL FESTIVAL DE PUEBLOS DE MONTAÑA REALIZADO EN ESE LUGAR. ENTONCES ASISTIÓ JUAN ALARCÓN, MÚSICO DESTACADO DEL CAJÓN. ESTE AÑO, POR SEGUNDA VEZ, NUESTRO MÚSICO FUE INVITADO, SÓLO ÉL. LO VISITO PARA CONVERSAR AL RESPECTO, Y LO PRIMERO QUE LE PREGUNTO ES SOBRE CÓMO SE GESTÓ ESTE SEGUNDO VIAJE. ME RESPONDE:
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J: Para mí el viaje fue un premio a la perseverancia, a mi trabajo de componer, de cantar. La primera vez que fui, fue con la delegación chilena. Debo decir que esa vez, antes de volver, yo abracé un árbol de quinientos años y le pedí con mucho cariño volver, y así fue. Fue una sorpresa, un día aparece una señora de San Alfonso y me dice que ha llamado Pierre, desde Suiza, y que yo estaba seleccionado para representar al Cajón del Maipo en el 5º Encuentro de Músicos del Mundo, invitado por la Asociación de los Altos Países, festival al que asisten músicos de todo el mundo. No puede ser, dije yo. Esta asociación es un grupo de personas que ayudan a gente no adinerada de otros países. Por ejemplo, había gente de Rumania, que viene saliendo del sistema comunista. Estos recortaron la bandera, le sacaron el escudo del sistema. Yo miraba y no entendía, lo cortaron con tijeras, decían que ahora son libres. También había gente de Nepal, que es muy pobre. Otros no llegaron, del Tíbet, de Alemania... Lo que yo entiendo es que esta gente quiere ayudar a estos pueblos y por eso hacen este intercambio cultural.
C: ¿Cómo se desarrolló el encuentro?
J: Primero se presentó Rumania, yo fui después del intermedio. Salí, canté, y se notó que hubo un cambio en el ambiente, me acompañaban con las manos, y después canté De los Andes a los Alpes, donde expreso la limpieza, la belleza, cómo cuidan los lagos… El agua la aprovechan poniendo mallas en los techos, afirman la nieve, y con canoas bajan el agua a unos subterráneos y la aprovechan. Montones de cualidades… Esa vez llegué temprano, adornamos las mesas con cañas de trigo y panes, todos comían cuando yo cantaba. Lo del idioma era complicado y aprendí a decir salud, se dice "noruk", y lo anoté, y les digo noruk… Me fui ganando el cariño, y ellos después me decían "salud". Canté esa noche, hubo muchos aplausos. Cuando viene Nepal, aunque no nos comunicábamos, le di a entender "cantemos juntos", y sin entendernos tuvimos una comunicación entre el tambor y la guitarra. A él le gustó, teníamos todo en mente. Ese fue aplauso cerrado, y yo inventé una letra que decía "somos todos hermanos, el blanco, el indio, mestizos". Fue bonito, fui alabado, me dijeron tú uniste las razas y lo hiciste a través de la música. Agradecí, y Pierre me traducía a mí. De ahí me bajé del escenario, y dije por fin voy a ir a comer. En las mesas estaban las letras de mis canciones traducidas. Me senté frente a una comida típica de Rumania y se sube un señor de lentes y en francés dice: Juan Alarcón du Chili. Me paré rapidito y me saluda el Gobernador y la locutora, y me dicen si puedo cantar de nuevo. Fui a buscar la guitarra y canté nuevamente, y cantaron conmigo, fue bonito. Bueno, van a aparecer los videos que filmó Ana, que es la esposa de Michel Bühler, que es un cantante famoso allá, y quizá venga, y sería bueno buscar alguna presentación, porque él es como un Víctor Jara.
C: Cuéntanos algún episodio especial que hayas vivido.
J: Estuve como tres semanas. La última semana me quería venir, quería volver a mi casa, porque estar en casas ajenas es complicado. Yo me quedaba en la casa de Pierre. Él es director de un internado, y me quedaba dos días solo, y ahí me sentía más como en mi casa. Me pasó una anécdota, un día me levanté, tenía hambre, y me tomé un desayuno, y cuando se levanta Pierre me dice por qué no sacaste las cosas… Porque ellos tienen como tradición abrir el refrigerador y poner todos los quesos en la mesa, y como que se enojó, parece que fue como una falta de respeto, pero le expliqué que yo tomo un remedio que después quedo tiritón, y era verdad… Pero uno no está acostumbrado a esas cosas, y la otra semana lo hicimos como corresponde, sacando un poquito de cada queso, en realidad ellos no comen tanto. Otra vez salí por un camino, por el pueblo. Ya había cantado por esos días, y me fui por las calles con curvas, y en una de esas sentí unos golpes y fui, y alguien trabajaba. Yo iba medio triste porque no encontraba a nadie en el camino, y en eso me dicen ¡hola Juan!, y era un rumano con que nos habíamos hecho amigos, y fue una alegría, y en eso pasó un auto y era un gallo que trabajaba en un banco y había estado en el evento. Había estado en Cuba y conocía el idioma. Me encontré también con una señora que me saludó con un ¡hola Juan!, ese día fue muy especial. Es una gran cosa también haber subido a los Alpes suizos, a un refugio donde había nieve. Era como estar en el Cajón del Maipo. En general, canté toda una semana. Cantaba yo y salían unos viejitos rumanos con su flauta. Yo andaba con mis instrumentos y entre las comidas cantábamos, pero sólo la última noche cantamos juntos. Ellos tienen una personalidad prepotente, yo creo que el mismo régimen pudo haber sido. Y la otra semana fue de viajes y la otra fue de invitaciones a sus casas y les cantaba "bonjour monsier, bonjour madame".
C: ¿Te consideras afortunado por este viaje?
J: Nunca el cantar me ha dado dinero. No vivo de la música, vivo para la música. Tengo que trabajar para pagar los estudios, los músicos, entonces esto ha sido un premio para esta carrera. Cuando han pasado dos años y me dicen tú eres el único que va a ir en representación del Cajón del Maipo y de Chile… fue maravilloso. Yo pasé el 18 de septiembre por allá. Esta segunda vez fue una nueva Suiza para mí, quizás porque había gente conocida. El clima fue más luminoso, llegué con sol, 29 grados de calor, y entonces desde el avión yo vi todo. La vez anterior estuvo nublado, no hubo sol, no vi lo que vi ahora, esos valles arriba en la cima de los cerros. Veía los pueblos, es maravilloso. Yo he caminado por estos valles y aquí es como una Suiza. Si pudiéramos construir arriba, es casi lo mismo de allá. Anduve por los bosques limpios, las carreteras sin nada de basura. Desde donde yo voy, Sainte Croix, anduve doscientos kilómetros para llegar a los Alpes suizos, y de ahí subí escalando por la orilla de un río cuatro horas, hasta llegar a unos acantilados, a la nieve. Yo comparaba y decía acá tenemos lo mismo, la parte geográfica se parece, quizás es más verde allá y me llamó la atención que no habían tantos pajaritos, y pregunté ¿dónde están los pajaritos? Y Pierre me decía si vimos uno… También fuimos a Francia a comprar mercadería para la semana, pues es más barato. Tú cruzas el bosque, hay una aduana, y estábamos en Francia.
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PUEBLITO EN SUIZA, CAMINO A LOS ALPES |
16 DE SEPTIEMBRE 2011, NOCHE DE GALA EN EL GIMNASIO DE SAINTE CROIX. JUAN HACE SU PRESENTACIÓN. |
NOCHE DE GALA. JUAN COMPARTE CON MÚSICOS DE NEPAL. |
EN UN RESTAURANT DE SAINTE CROIX, EN UNA CENA DE DESPEDIDA A LOS MÚSICOS DE NEPAL Y RUMANIA. |
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C: Y económicamente, ¿cómo te las arreglabas?
J: Ellos corrían con los gastos de pasajes y estadía. En dos días me vendí quinientos mil pesos en discos. Una señora que vino por la canción de mi madre me pagó veinte francos y me dio diez francos más. Esa canción me la llevé con la idea de que… Mi madre era de las montañas de Arauco, se crió a pie pelado, en esa pobreza, y me decía que ella miraba los aviones y que le habían contado que habían otros países, que hablaban otros idiomas… Ella siempre quiso viajar, prosperar, no pudo hacerlo. Después se casó, tuvo hijos, criar… Siempre fue pobre y murió pobre. Yo dije: la voy a llevar de viaje en la canción. Y así fue. El último día estuve en casa de la Presidenta de la Asociación de los Altos Países y le pregunté si había algún aporte de la Municipalidad de San José de Maipo, porque tenía problemas con las cuerdas. No, me dijo, nada. Y de ahí me enteré de unas platas... mejor no hablo.
C: ¿Cómo fue el viaje en avión?
J: Partí con problemas. Salí de Chile a las seis de la tarde en Air France, apenas llegué me dicen señor, hay un problema porque el avión está con desperfectos, está en el taller y va a salir con tres horas de retraso, entonces usted va a llegar hasta París, retirar el equipaje y embarcarse a Ginebra. Partimos con problemas. Me hice amigo de una mina de ojitos verdes, después ella andaba media perdida y nos guiamos, comimos. Me fui relajado, con unos vinitos, había música, películas, ¿qué me iba a aburrir? Fueron dieciséis horas de viaje. Llegamos a París y dije ya Juan, aquí vienen los problemas, a lo tonto voy a seguir al grupo… Caminamos y miro y era una cuestión interminable, y en eso sale otro grupo y pierdo a mi grupo. Ahí estuve perdido sin saber adónde iba y caminé unos diez metros y ¿pa´ dónde voy? Y miro por instinto donde había un estacionamiento de trenes, y todo en francés, se abren unas puertas y lo primero que veo es mi maleta, ¡ohhh!, y lo que hice fue darle las gracia a mi mamita –cacha que está fallecida-, tengo la maleta, eso era lo más maravilloso, y ahora dónde me embarco. Anduve como media hora, veía unos personajes y preguntaba y me decían je ne compré pas, y ni siquiera se detienen, pasan, y más encima uno cara de latino, bueno, estamos mal catalogados… Y le dije a un señor sabe que ando perdido, soy de Chile, y llaman a un español y me explica, estaba al lado, llegué y pedí mi pasaje. Ahora, cargar el equipaje y pasar la aduana, yo era como el número setenta y a cinco minutos de salir el avión, y le dije a un gringo que estaba atrás, y él en su francés habló y dijo va a perder el avión, y me dijeron pasa por acá y pasé por abajo. Sabes, tuve puros ángeles, yo creo que transpiraba, qué terrible, todo ese momento fue terrible, con el charango y la guitarra encima. Eso fue de ida, y de vuelta… bailé cueca. Tenía a las guardias muertas de la risa, desde Ginebra a París. Tenía así como una rueda, yo creo que tengo ángeles, y en París repartiendo discos a las mujeres de policía internacional…
C: ¿Algo para terminar?
J: Mi gran reconocimiento a los músicos que me acompañan: al productor Emilio Rosales, al percusionista Rodrigo Bravo, al tecladista Héctor Vásquez y al guitarrista Ricardo Garrido. Y, cómo no, invito a la gente a comprar discos en el stand de la plaza de San José, los fines de semana. Que pregunten por Juan Alarcón no más.
Melocotón, Octubre 2011
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